Si bien la acepción del térmico envejecer, según la RAE[1], es: “el hacerse viejo”, este mismo término en el ámbito laboral, se tiende a asimilarlo a la tercera acepción, que establece: “dicho de un material, de un dispositivo o de una máquina, perder sus propiedades con el paso del tiempo”; pero las personas trabajadoras no son materiales, dispositivos o máquinas y el envejecimiento en el ámbito laboral, no tiene porqué significar que la plantilla de la empresa pierda sus propiedades con el paso del tiempo, si bien la empresa debe estar preparada y adecuarse para los cambios futuros, que el envejecimiento va a producir en sus relaciones laborales. La empresa que no sepa envejecer con su plantilla, está abocada al fracaso.
En los últimos años, y de forma más intensa en los dos últimos, el incremento de la longevidad y con él, el propio envejecimiento de la sociedad, ha adquirido un especial protagonismo en los medios de comunicación, siendo motivo de muchos titulares en artículos de prensa, noticias, trabajos, acciones, declaraciones… retos.